martes, diciembre 3, 2024
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“Mi mayor felicidad, ser un veedor ciudadano”

Don Jaime Alberto Muñoz Zambrano ya transita los 70 años y gran parte de su vida la ha dedicado a trabajar por los demás, por su comunidad, a velar por que las cosas se hagan bien, con transparencia y con rectitud. Ha cumplido esta labor de veeduría ciudadana desde su natal Ricaurte, un barrio capitalino de la localidad Los Mártires.

“Veedor ciudadano es estar pendiente y controlar, participar y hacer control social para que las cosas marchen bien, que el presupuesto se distribuya bien. Que los servidores públicos cumplan y que las cosas marchen de manera correcta. Tenemos herramientas para hacer nuestro control, como son los derechos de petición, las audiencias públicas, participando, intervenir, siendo proactivos, planteando las cosas como son. Es estar bien preparado”, explica este estudiante de Ingeniería Civil en la Universidad La Gran Colombia, una carrera que dejó en el camino.

Para don Jaime ser veedor es una vocación. Sabe que no recibirá una retribución económica por su trabajo, pero le motiva “ver que las cosas se lleven a cabo y que se hagan como se deben hacer. Uno tiene que ser tal cual es y con mi trabajo me he sabido ganar un reconocimiento aquí en Mártires. Para mí, hay que dar resultados, que las cosas funcionen, me gusta que se den resultados, sin mentiras. Estoy siempre dispuesto a trabajar y a colaborar, que las cosas se hagan correctamente”.

En este proceso de control social, don Jaime destaca el acompañamiento que dan los organismos de control, pues considera que “los órganos de control y todas las instituciones tienen que tener un espacio y un presupuesto para la participación. Creo en la institucionalidad, en la Veeduría, en la Personería. Las instituciones son correctas y están hechas para eso, para hacer control”.

Es consciente de que con su trabajo está de alguna manera contribuyendo a la lucha contra la corrupción, aportando su granito porque como él mismo dice “la corrupción no se acaba diciendo “somos honestos”, porque esa personas son a quienes hay que tenerles más cuidado. Uno no necesita andar pregonando las cosas sino hacerlas. No diga que va a hacer tal cosa, más bien hágalo”.

Sabe que no a todos les gustará su labor, pero persiste porque “uno lo que tiene que hacer es aportar para que se mejoren las cosas, es la búsqueda de la mejora continua. La administración pública es una sola y las cosas tienen que hacerse para que funcionen, que funcionen bien. Los sistemas no son perfectos y fallan cuando interviene el ser humano. Todo tiene un margen de tolerancia, de error. Es normal que la persona se equivoque, pero cuando se equivocan dos, tres y hasta cuatro veces, pues ya es de alarmarse, de alertarse”.

Don Jaime es un buen ejemplo para las nuevas generaciones de veedores ciudadanos y desde luego, siempre tendrá un consejo que compartirles y alentarlos a ejercer ese derecho al control. “Si le nace de verdad ser veedor y que las cosas funcionen. Que no se comprometa con las administraciones y que se prepare. Uno tiene que estar preparado, estudiar. Ahorita se facilita mucho porque casi todo se hace por internet, no hay que hacerlo presencialmente. Tener argumentos para decir las cosas y no decirlas por decirlas y para eso uno tiene que prepararse, estudiar, investigar”.

Para él, la razón de ser del veedor es “cuestionarse por qué las cosas no funcionan o por qué las demoras o los atrasos. Por qué dan contratos sin que hayan cumplido con los que ya tienen. Me llena, mi felicidad es servir. Uno vive para servir, porque de lo contrario, no sirve para vivir.

Seguiré siendo veedor hasta que tenga alientos y hasta donde pueda llegar. Esa es mi felicidad. Si me toca estar desde las seis de la mañana hasta las 10 de la noche haciendo control social, lo hago sin problema. Hay que dar ejemplo, es una forma de educar. Si no se da ejemplo, no se hace nada”, puntualiza don Jaime.

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