En la pequeña población boyacense de Moniquirá desde hace cinco años hay un espacio reservado a contar la historia de Colombia, desde el descubrimiento de América en 1492 hasta nuestros días. Se trata del Museo Campestre Mónica-Irá, con más de mil piezas en exhibición, distribuidas cuidadosamente para comodidad y deleite de todos los visitantes.
El mentor de este rincón cultural, cargado de historia, es don Jairo Guerrero Ruge, quien por más de 20 años se ha dedicado a cultivar su invaluable colección. Colección que inició con juguetes infantiles, que hacen parte del pequeño museo destinado a los niños.
“El amor por la historia me nace desde cuando estudiaba por aquí en las veredas. En ese entonces, había una cátedra llamada Historia Patria y otra, Historia Sagrada. A mí me marcó siempre eso de la historia Patria, para conocer todo sobre los próceres y de los héroes que escribieron la historia colombiana”, cuenta este moniquireño.
Para él, a los visitantes, en su gran mayoría turistas extranjeros, los conquista la gran variedad de piezas que encuentran. Estima que el Museo cautiva desde su nombre, fiel a una leyenda de pueblo, que data de más de 200 años.
“Cuenta la leyenda que había un cacique llamado Kira, quien tenía una hija muy linda llamada Mónica. Un día, de alguna comunidad vecina lo invitaron a una reunión, a la que no pudo asistir por quebrantos de salud, pero envío su representante, como se los hizo saber en una nota, en la que decía: Mónica irá”, relata este hombre, casado y padre de una futura médica.
Don Jairo no sólo es historiador, también es escritor y escultor, un oficio que aprendió en la Universidad del Atlántico, en Barranquilla, donde tuvo la oportunidad de cursar algunos semestres en la facultad de Bellas Artes. Precisamente, su habilidad para diseñar con las manos le permitió emprender uno de sus últimos proyectos.
“Es un proyecto cultural que empecé hace tres años, con la pandemia. Consiste en la elaboración de 20 esculturas en homenaje a nuestros antepasados indios Chibchas. Por aquí se le han rendido muchos homenajes a quien acabaron con ellos, pero nunca se acuerdan de nuestros indígenas. Este es un aporte que hago para resaltar al pueblo indígena y que les sirva a las nuevas generaciones, como parte de su aprendizaje”, agrega este pensionado de la Policía Nacional, luego de 22 años de servicio.
Dichas esculturas son la puerta de entrada al Museo. Han sido ubicadas en el jardín y en el pasillo que recorre la casona en su exterior, a la vista y es lo primero que encuentran los visitantes. Con don Jairo como guía, el recorrido incluye un repaso por la historia local, de Boyacá y Moniquirá, sus personajes y costumbres; la historia colombiana, el museo de los niños y algo de historia universal.
“Tenemos en exhibición más de 100 cuadros, elementos del campo, piezas de todas partes, cada una por pequeña que sea, tiene su historia. Lo más antiguo data de 1492, con el descubrimiento de América por Cristóbal Colón; luego tenemos elementos que hacen referencia a los brotes revolucionarios de José Antonio Galán, de Santander y sus hombres, de la campaña libertadora, los homenajes a Simón Bolívar, la guerra de los mil días, el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, que para mí, marcó el inicio de la violencia en Colombia”, cuenta el historiador.
Tal y como dice don Jairo, “la historia no se puede cambiar, tampoco la debemos olvidar, es lo que debemos saber. Es por ello, que no pasamos por alto aquellas épocas de la violencia, el nacimiento de los grupos armados ilegales, de derecha y de izquierda, y el narcotráfico. También nos ocupamos de la historia más reciente, con la firma de los acuerdos de paz, llegando hasta nuestros días”.
Hoy el Museo Campestre Mónica-Irá depende de su creador y mentor, tiene entrada libre para los visitantes, no cuenta con ayuda institucional por diferentes motivos, incluso legales por ser un bien privado, y se sostiene del aporte voluntario que hagan sus visitantes.
Está estratégicamente ubicado, en la vía que comunica a Moniquirá con Santa Sofía, la misma ruta que se toma para ir a poblaciones turísticas como Villa de Leyva, Ráquira o Chiquinquirá; también para viajar a las grandes ciudades como Tunja o Bogotá. “Llegar al Museo es muy fácil, no tiene pierde. Esta es una vía que lo lleva a uno a todas partes”, concluye don Jairo Guerrero Ruge, historiador, escritor y escultor.