“Seguimos buscando a Wilson; un comando no deja a otro comando atrás”, General Pedro Sánchez

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Fuente: Fuerzas Militares. Wilson habría sido el primer miembro del equipo en hacer contacto con los cuatro menores. Se encontraba sólo, porque esa es su forma de operar y está educado para regresar a donde su guía canino

En las selvas del Guaviare, aún permanecen cerca de cien hombres, integrantes del Comando Conjunto de Operaciones Especiales de las Fuerzas Militares, cumpliendo con la segunda parte de la “Operación Esperanza”.

Luego de hallar sanos y salvos a los cuatro hermanos indígenas, ocupantes de la avioneta accidentada el pasado primero de mayo, ahora concentran sus esfuerzos en la búsqueda de Wilson, un canino pastor belga de dos años, que se extravió buscando a los menores.

“Estamos con la Fe intacta, buscando nuevas estrategias. Insertamos dos perritas en celo, aunque el perro es castrado, puede ser que se le despierte ese instinto. También distribuimos la tropa de una manera que nos permita hacerlo y por último, colocamos comida, esperando que llegue a allá y podamos rescatarlo”, aseguró el General Pedro Sánchez, Comandante del Comando Conjunto de Operaciones Especiales de las Fuerzas Militares.

Según el Alto Oficial, Wilson habría sido el primer miembro del equipo en hacer contacto con los cuatro menores. Se encontraba sólo, porque esa es su forma de operar y está educado para regresar a donde su guía canino. Sin embargo, en esta oportunidad, no ocurrió así.

“Nosotros empleamos cinco perros en la búsqueda de los niños y uno de ellos, es Wilson. En esa labor de búsqueda, en la que ya llevaba varios días, no volvió. Se encontró con los equipos en dos oportunidades, pero al ser un perro de interdicción, solamente reconoce al guía canino y tiende a ser agresivo e impulsivo”, explica el General Sánchez.

Para el Oficial y sus hombres, no hay duda de que Wilson hizo contacto con los cuatro menores. Tienen dos razones para pensar que así fue: “Por las huellas que nos reportaron los indígenas, se podían apreciar las huellas del perro y por el dibujo que hizo también la niña, en el Hospital Militar, que se lo entregó espontáneamente a nuestro Comandante de las Fuerzas Militares, donde graficaba a Wilson”.

El General Sánchez, quien ha estado al mando de la Operación Esperanza, en la que participan cien comandos de las Fuerzas Especiales, es consciente de los peligros que acechan a Wilson: Es un animal que está entre animales salvajes y está solo, en un territorio para nada recomendable.

“La selva es un paraíso espectacular, pero a la vez, inhóspito. Árboles de 30 o 40 metros, donde no se alcanza a ver más allá de 20 metros, lo que quiere decir, que si se aleja de esa distancia, se puede perder, como le pasó al Policía hace unas semanas en las selvas del Darién, que salió a cortar leña y apareció dos semanas después.

Es un lugar donde los rayos del sol a duras penas llegan a tocar la tierra, con animales salvajes como jaguares, tigres, serpientes venenosas, plantas venenosas, con unos mosquitos que producen leishmaniosis, que puede matar a una persona. Con un clima inclemente, de 16 horas al día lloviendo.

Además, es una zona donde también hacen presencia los narcocriminales. A dos punto ocho kilómetros del sitio del accidente, encontramos un campamento abandonado hace aproximadamente año y medio, donde funcionaba una sastrería”, indica el Alto Oficial.

El General Sánchez y sus hombres seguirán en la zona, buscando sin desmayo a Wilson, convencidos de que en esta oportunidad, cuando lo hallen con vida, van a vivir una segunda alegría, similar a la que experimentaron cuando encontraron con vida a los cuatro hermanos indígenas.

El Comandante del Comando Conjunto de Operaciones Especiales de las Fuerzas Militares recuerda aquel día, cuando “inmediatamente los ubicaron, me dieron la clave “Milagro, milagro, milagro”, que significaba que encontraron a los menores. Pregunté sobre su estado y me dijeron que estaban vivos. Surgió esa alegría inmensa que inundaba no solamente los corazones, sino también el alma, sentimos que habíamos hecho lo correcto. Mantuvimos la Fe intacta en que los íbamos a  encontramos y los encontramos vivos.

Jamás dudé, la falsa alarma la produjo gente externa a las Fuerzas Militares. Salió de otras personas, que desinformaron. Nosotros siempre informamos la verdad, ese es nuestro deber”.

Hallar a los niños fue el resultado de un trabajo en el que participaron militares y comunidades indígenas, que multiplicaron la capacidad de ver y escuchar la selva. También de aplicar ese conocimiento fuerte que tienen de la selva para encontrar a los cuatro menores. Una labor mancomunada, que no le resulta extraña al General Sánchez.

“Muchas veces se estigmatiza en que la Fuerza Pública persigue campesinos o indígenas o líderes sociales y es absurdo. Nosotros lo que perseguimos son delincuentes, criminales que violen la Ley. Este trabajo mancomunado que hemos hecho no es nuevo, toda la vida se ha hecho. Tanto así, que es la institución con más altos índice de favorabilidad del Estado, a pesar de los ataques que le hacen a la Fuerza Pública. Simplemente es diferente, pero siempre ha sido así.

Las Fuerzas Militares están conformadas por campesinos, por indígenas por gente de todos los estratos y de todas las regiones. Es lo más incluyente que tiene el país, entonces esa narrativa que es bonita, atractiva, de que nosotros perseguimos campesinos o indígenas, es falaz”, manifiesta enfáticamente el Alto Oficial.

Sobre la misión de encontrar a los menores, el General Sánchez indica que “fue una de las más retadoras, pero también una de las más gratificantes de mi vida. Retadora, por la incertidumbre que encontráramos a los niños en esa selva tan compleja, tan inhóspita, con lluvias muy fuertes y con unos menores que no se quedaban quietos, que caminaban en diferentes direcciones. Gratificante, porque al final los encontramos y los encontramos vivos”.

Igualmente, recuerda el instante en que tuvo el primer contacto con los hermanos indígenas e indica que “fue un encuentro lejano, en distancia; pero muy cercano, en amor. Lejano, porque no podía interrumpir la relación médico – paciente y cercano en amor, porque sentía esa energía de amarlos tanto. Nos alegra enormemente que estén con vida y valió la pena. El encuentro se dio en San José del Guaviare y estuve a pocos metros y también los acaricié, pero ellos miraban con ojos de asombro, de amor, de alegría, de esperanza, para ellos, yo era un extraño. En el cuerpo, eran evidentes los 40 días en la selva, estaban muy desnutridos”.

Hoy, cuando ya han pasado varios días desde aquel milagroso encuentro, el General Sánchez señala varias razones por las que estos menores logaron sobrevivir 40 días solos en la selva.

“La primera, el deseo de los menores de mantenerse con vida, liderados por la hermanita mayor; el segundo, la etnia indígena a la que pertenecen les permite tener una mayor inmunidad frente a ciertas enfermedades; el tercero, el mismo conocimiento de la selva que ellos tienen. Sabían que comer y que no comer, como refugiarse, como alimentarse, como protegerse; el cuarto, las condiciones en las que quedaron después del accidente. La niña mayor era la que tenía alguna lesión en la cabeza, pero no era grave, y que los otros menores quedaron prácticamente ilesos y estaban muy bien alimentados, están robusticos y eso les permitió mantenerse con vida; y la quinta, la bendición de Dios, que nos dio este milagro, para que los encontráramos vivos”, puntualiza.

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