Llega la temporada de lluvias y con ella el temor natural de las afectaciones que traen a su paso. Ser la segunda ciudad del mundo donde más llueve, según datos de organizaciones como Climate Data, deja en evidencia que ese temor no es ajeno a la realidad. Sin embargo, hoy Manizales está preparada para asumir con responsabilidad y eficiencia cualquier situación de riesgo.
Un esfuerzo continuo, respaldado por grandes inversiones, anclado en una política seria de prevención ajena a los intereses de políticos y particulares, son la constante del enfoque proactivo que da a la ciudad la capacidad de responder rápidamente ante situaciones de emergencia con la implementación de medidas para identificar las amenazas, trabajar en reducirlas, preparar la reacción ante los eventuales desastres y determinar protocolos de atención a las víctimas y damnificados.
Como esta obra construida en zona de riesgo, se han levantado 118 en el actual gobierno, en todo el territorio de Manizales, una ciudad proclive a los deslizamientos y que realiza grandes esfuerzos para hacer frente a un problema latente.
No hay referencias de alguna otra ciudad en el mundo que enfrente los riesgos naturales a los que está expuesta Manizales. Terremotos (seis en el siglo pasado), devastadores incendios, deslizamientos, inundaciones y la permanente actividad del Volcán Nevado del Ruiz, la convierten en una ciudad expuesta a los desastres, lo que además hace de ella un referente mundial en materia de mitigación del riesgo.
El inminente riesgo que implicaba habitar a escasos metros de la Quebrada Olivares se hizo latente cuando en 2015 se presentó un derrumbe que amenazó con llevarse el área donde están ubicadas las 32 casas del barrio.
Las dos más recientes tragedias no están muy lejos en el tiempo. En abril de 2017 hubo deslizamientos de tierra en 25 barrios de Manizales, situación que dejó 21 personas muertas, 500 familias damnificadas, 3.028 casas afectadas, 1.576 viviendas destruidas en su totalidad y 225 recuperadas, con daños parciales. De otra parte, en 2011, un deslizamiento en el barrio Cervantes terminó con la vida de 48 personas.
Y la situación sí que lo amerita, pues Manizales está ubicada en una zona montañosa, de alta vulnerabilidad sísmica y volcánica, en donde además los deslizamientos son relativamente frecuentes al estar ubicada sobre la Cordillera Central.
En este marco, su topografía accidentada la hace propicia a la erosión y la sedimentación, por estar levantada sobre suelos inestables que son muy susceptibles a deslizamientos y movimientos en masa, que han llevado a la ciudad a experimentar en las últimas décadas un aumento en la intensidad y frecuencia de las lluvias debido al cambio climático.
También la actividad humana ha contribuido a los deslizamientos por la expansión urbana, la deforestación y la construcción de infraestructuras en laderas.
Es por eso que la capital caldense cuenta con un Plan Municipal para la gestión del riesgo y un sistema de alerta temprana que permite tomar medidas preventivas antes de que se presente cualquier evento adverso.
De ahí la importancia de las inversiones en infraestructura tecnológica y obras de estabilidad, la creación de sistemas de monitoreo y alerta temprana y la capacitación constante de la población en temas de prevención.
Un impuesto medioambiental, el fondo municipal para la gestión del riesgo, la sobretasa bomberil, así como exenciones fiscales a los propietarios que mejoran la fragilidad de sus viviendas, son tributos y beneficios que forman parte de la política integral de mitigación de riesgos.
Hay que tener en cuenta que la Unidad de Gestión del Riesgo –UGR-, adelanta estas obras de mitigación con el objetivo de reducir el impacto por las lluvias, proteger las áreas de alta pendiente y las vidas de los pobladores en estos sectores de alto impacto.
El Centro de Monitoreo para la Gestión del Riesgo de Manizales tiene como objetivo principal visualizar en tiempo real el comportamiento del clima y su relación con amenazas como inundación y deslizamientos. Un total de 15 estaciones principales hidrometereológicas y 33 más de respaldo, captan la información de las precipitaciones, lo que permite correlacionar la probabilidad de ocurrencia de deslizamientos con el acumulado de las lluvias de los últimos 25 días.