En la sede de las Naciones Unidas en Nueva York, fue inaugurada la exposición artística “COCA, PALABRA-MUNDO”, con obras de artistas colombianos como Aimema Uai, Edisnon Ǫuiñones, Tatiana Arocha y Miguel Ángel Rojas, y curada por el Colectivo Liana.
Al respecto, se destacó que la muestra, que estará abierta hasta el próximo 8 de noviembre, es parte de una agenda política, pedagógica y cultural que apunta a ambientar la revisión crítica de la clasificación de la hoja de coca como estupefaciente.
Cabe recordar que, en 2023, el Estado Plurinacional de Bolivia lideró una solicitud ante la Organización Mundial de la Salud (OMS) para iniciar un proceso de revisión crítica de la clasificación de la hoja de coca, y en 2024, el Gobierno de Colombia se adhirió a esta petición, subrayando la necesidad de cambiar las políticas de fiscalización y el relato global en torno a la coca, para así comenzar a destacar sus potenciales beneficios medicinales y nutritivos.
“Esta es una iniciativa propuesta en conjunto con nuestros compañeros de la Misión permanente de Bolivia, con el fin de cuestionar la errada noción hegemónica en torno a esta planta, que aún persiste luego de varias décadas de desinformación y prejuicio, y que continúa generando violencia y víctimas inocentes en nuestros territorios”, dijo la representante permanente de Colombia ante la ONU, Leonor Zalabata, durante la apertura de la muestra.
En tal sentido, se resalta que la hoja de coca ha sido parte fundamental de la vida cotidiana de los Pueblos Indígenas de la región andinoamazónica durante más de 8.000 años. Sin embargo, a pesar de su importancia espiritual, cultural y medicinal, la hoja de coca ha sido estigmatizada a nivel internacional debido a su inclusión en la Lista I de la Convención Única sobre Estupefacientes de 1961, que la clasifica como un narcótico a la par del fentanilo y la cocaína.
Esta clasificación ha fomentado una percepción errónea de la planta, generando afectaciones graves para la vida y los derechos de las comunidades indígenas y campesinas que la cultivan y utilizan de manera tradicional.
“Por ejemplo, en la Sierra Nevada de Santa Marta, donde vive el Pueblo Arhuaco, mi pueblo, la coca es una planta sagrada que se usa para el trabajo espiritual, y que es protegida y producida en pequeñas cantidades por nuestra comunidad para garantizar la continuidad de nuestro pensamiento y sabiduría ancestral. La hoja de coca no puede seguir siendo maltratada, perseguida, ni asociada al tráfico de drogas ilícitas”, manifestó la embajadora Zalabata ante el público de delegados internacionales y personal de agencias de la ONU.
De igual manera, la delegación colombiana subraya que, alineada con la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, esta agenda cultural y académica reivindica el derecho de los Pueblos Indígenas a mantener, proteger y desarrollar sus tradiciones y su identidad sin ser criminalizados, perseguidos y estigmatizados.
Así mismo, busca promover espacios de diálogo multilateral en torno a la urgente reforma al sistema internacional de fiscalización de drogas.
“Los invito a abrir la mente y aceptar nuestra invitación para comenzar a desintoxicar la narrativa alrededor de la planta de coca”, puntualizó la embajadora Zalabata.
Finalmente, se destacó que, durante los próximos días, se desarrollarán más actividades en el marco de este programa, con la participación del ministro de las Culturas Juan David Correa, el Embajador Diego Pary, Representante Permanente de Bolivia ante la ONU, Mamu Camilo Izquierdo, autoridad tradicional del Pueblo Arhuaco, y el reconocido antropólogo Wade Davis.
‘La planta sagrada: desintoxicando narrativas alrededor de la hoja de coca’ es una iniciativa de la Misión Permanente de Colombia ante la ONU, y cuenta con el apoyo del Ministerio de las Culturas de Colombia, Open Society Foundations, y el Colectivo Liana, y el copatrocinio de la Misión Permanente de Bolivia ante la ONU.
La hoja de coca ha sido parte fundamental de la vida cotidiana de los Pueblos Indígenas de la región andinoamazónica durante más de 8.000 años. Sin embargo, a pesar de su importancia espiritual, cultural y medicinal, ha sido estigmatizada a nivel internacional debido a su inclusión en la Lista I de la Convención Única sobre Estupefacientes de 1961, que la clasifica como un narcótico a la par del fentanilo y la cocaína.