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COP16: La protección de la vida y la biodiversidad tiene nombre de mujer

Por: Henry Plazas Figueroa

Especial COP 16

@Plazasnews

Solo quedan seis años para que los países puedan garantizar la igualdad de género en la implementación del Convenio Marco. Es decir, para que las mujeres y las niñas puedan acceder a las mismas oportunidades y tener capacidades para contribuir al cumplimiento de las demás metas. Es decir, que la meta 23 del Marco Global de Biodiversidad Kunming-Montreal, que fue firmado en 2022 por 194 países, es transversal a todas.

No obstante, para María Cecilia Roa García, docente del Centro Interdisciplinario de Estudios sobre Desarrollo (Cider) de la Universidad de los Andes, sin la equidad de género va a ser mucho más difícil lograr las otras metas porque las mujeres son las que están día a día poniendo el alma y el cuerpo para detener las actividades que están acabando con los ecosistemas.

Son las que se levantan todos los días a cuidar la diversidad y la soberanía alimentaria y las que, por su arraigo al lugar, construyen desde todos los rincones del mundo una visión de futuro para todas las formas de vida en nuestro planeta.

“Esta meta se puede cumplir protegiendo la vida, la integridad, el trabajo y el pensamiento de las mujeres defensoras de ecosistemas y territorios, quienes son atacadas, violentadas y estigmatizadas. En realidad, hay muchas cosas que hacer: proteger la vida y la integridad del pensamiento es clave, pero también es fundamental asegurar que las mujeres tengan acceso a la tierra y a la educación que ellas deseen y necesiten para proteger los ecosistemas y los territorios”, asegura Roa García.

Al tiempo, Néstor David Correa Ortiz, desde la Universidad Javeriana en Cali, donde se desempeña como docente de Ciencias Naturales y Matemáticas, afirma que esta meta es clave en el marco de la COP16, porque generalmente el papel de la mujer y el papel de las comunidades LGTBIQ+ ha sido ignorado, negado e invisibilizado. Sostiene que “en los territorios, por ejemplo, las mujeres juegan unos papeles trascendentales a la hora de hablar de restauración ecológica, de procesos de viveros comunitarios, etcétera”.

Por su puesto que Colombia ha venido dando pasos agigantados para combatir ese sesgo machista, que está en declive y ha demostrado su desgaste. El auge de la mujer en diferentes sectores de la sociedad, sumado a los movimientos juveniles que, incluso, han hecho “estallar” su voz para ser escuchados, han hecho que nuestro país comience a reconocer la igualdad.

Y, si bien es cierto que Colombia viene avanzando en el reconocimiento de las poblaciones que históricamente han sido marginadas de los principales debates de la sociedad, también es verdad que en el Gobierno del Presidente Gustavo Petro se ha generado mucha expectativa con la creación del Ministerio de la Igualdad, un proyecto que lidera la vicepresidenta Francia Márquez, con el objetivo de promover las acciones de política pública necesarias para combatir la estigmatización y la violencia de esa población que ha pasado “invisible” en la toma de decisiones y en la que la biodiversidad no es la excepción.

Para el profesor Correa una cosa es la equidad y otra cosa es la igualdad; a veces se necesita más una cosa que la otra e indica que “hablar de equidad de género no es lo mismo que hablar de igualdad en temas de género. Entonces, requiere una mayor competencia, también de diferentes estamentos. Es una meta transdisciplinar, porque hablar de perspectiva de género implica igualdad y equidad, en sentido económico, en sentido de acceso a los recursos ambientales, en sentido de oportunidades de trabajo y oportunidades de educación”.

En tanto, la experta del Cider de Los Andes indica que lo principal, y más fundamental, es comprender que las mujeres son quienes, desde su vida cotidiana, protegen la vida. Es algo que han hecho históricamente, siempre lo han hecho.

En tal sentido, manifiesta que “no se debe menospreciar ese trabajo que la mujer hace en la protección de la vida, que no se limita solo a la reproducción o al cuidado de los hijos, sino que también abarca el cuidado de la ‘casa grande’, de todo lo que nos rodea y del entorno que rodea el hogar. Si la sociedad comprendiera esta labor que la mujer ha hecho y sigue haciendo todos los días, sería un aporte inmenso en términos de equidad y de avanzar en el trabajo que hace la mujer por la protección de la biodiversidad”.

Los expertos coinciden en afirmar que aún vivimos en una sociedad patriarcal y, que no es fácil cambiar esa concepción, ya que implica un cambio profundo en una manera de pensar muy arraigada, pero también es cierto que las mujeres han logrado avanzar en los últimos años.

“Las mujeres han mostrado la importancia de su trabajo y han luchado por el reconocimiento de sus derechos. A pesar de la complejidad de la meta, se ha avanzado y se sigue avanzando, creo que las mujeres han iniciado esta lucha desde muchos frentes”, explica María Cecilia Roa.

El desarrollo y el auge que ha tenido la mujer en los procesos ambientales ha sido un factor determinante para que hoy en día, organizaciones como ONU Mujeres reconozcan y valoren de manera efectiva el papel de las mujeres indígenas y defensoras en la protección de la biodiversidad en sus tierras, bosques y aguas en armonía con la naturaleza.

“No hacerlo es un obstáculo clave en la búsqueda de la igualdad de género e interseccionalidad en la implementación de los marcos legales y estándares de biodiversidad en la región”.

Según el informe “Mujeres Indígenas: Nuevas Protagonistas para Nuevas Políticas” de CEPAL, uno de los problemas que enfrentan los Estados y la sociedad para luchar contra las desigualdades étnicas y de género es el vacío en la disponibilidad de datos sobre las condiciones de vida de las mujeres indígenas.

En el documento se señala que: “la información es una herramienta fundamental para el diseño y el seguimiento de políticas de igualdad y para la promoción de los derechos humanos, de allí que la demanda por visibilizar a las mujeres y los pueblos indígenas sea un reclamo recurrente en la región, tanto de parte de los Estados como de las propias organizaciones de mujeres indígenas”.

Precisamente, el Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y el Caribe (FILAC) y ONU mujeres desarrollaron la IV Reunión Iberoamericana de Organizaciones de Mujeres, Feministas e Indígenas de América Latina y el Caribe de cara a la COP16, que congregó a 50 mujeres de Latinoamérica y el Caribe, para impulsar el avance de la igualdad de género e interseccionalidades con el establecimiento de objetivos regionales para la implementación del Marco Mundial de Biodiversidad de Kunming-Montreal.

“Necesitamos exigir a los países que se cumplan la meta 22 y la meta 23 que trata sobre la participación de los Pueblos Indígenas y mujeres y un espacio como éste de conversación, de diálogo es también una forma de preparar a las mujeres para que puedan llegar con el empoderamiento de los temas centrales”, señaló Sônia Guajajara, presidenta del consejo directivo de FILAC.

Por su parte el Ministerio de Ambiente con el apoyo del PNUD también ha desarrollado diferentes espacios y ejercicios de diálogos regionales con colectivos de mujeres en 18 departamentos del país para la construcción colectiva de propuestas para enfrentar los impactos del cambio climático, reconociendo que no es neutral al género y que sus efectos negativos pueden afectar de manera desproporcionada a las mujeres y las niñas que habitan en las regiones más vulnerables del país.

Ante esta realidad, las mujeres rurales del país han demostrado ser vitales agentes de cambio en la agenda ambiental del país, así como en la implementación de las medidas de mitigación y adaptación al cambio climático liderando agendas ambientales en los territorios con base en sus saberes tradicionales y ancestrales sobre la biodiversidad, desde un determinado ejercicio de liderazgo social y político.

En esto, la academia ha sido fundamental ya que ha sido de apoyo en el fortalecimiento y la articulación del pensamiento femenino en relación con la protección de la vida. “En la labor diaria de las mujeres hay mucho pensamiento y sabiduría, y lo que la academia ha hecho es tratar de articular y visibilizar mejor todo ese conocimiento, haciendo que se reconozca más. La academia ha articulado toda esa sabiduría de las mujeres, llevándola a una esfera académica que muchas veces ha estado desarticulada o aislada. Al articularse con esta labor y pensamiento, la academia ha contribuido a fortalecer la lucha femenina y a darle mayor visibilidad”, agrega la experta del CIDER.

Por eso, es crucial que la sociedad comprenda que el trabajo de la mujer en la protección de la vida es un cambio fundamental. De ahí que todos debemos reconocer, valorar, enaltecer a las mujeres y que ellas puedan usar sus conocimientos sobre la biodiversidad local para que puedan aplicarlos en las prácticas sostenibles que han construido, especialmente las comunidades étnicas y campesinas.

Es, precisamente en la actual Conferencia de las Partes del Convenio sobre la Diversidad Biológica (COP16), que se realizó en Cali, donde efectivamente el país pudo mostrar los avances y estrategias que se han diseñado para cumplir no solo con esta sino con todas las metas.

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