La finca Costa Azul, que en el pasado perteneció al exjefe paramilitar Salvatore Mancuso, ahora será el hogar de 19 familias campesinas. El predio de 114 hectáreas, ubicado en zona rural de Montería, en el departamento de Córdoba, fue adquirido al Fondo de Víctimas por la Agencia Nacional de Tierras y el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural.
Una de las nuevas habitantes que tendrá este predio es doña Gleivis Jiménez Cordero, campesina nacida en Planeta Rica, madre de dos mujeres y dos hombres y abuela de dos pequeñas niñas. Llegará con su familia para dedicarse de lleno a las labores del campo, un trabajo que sabe hacer desde muy pequeña.
“Para mi representa un sueño cumplido, porque ese era mi sueño, tener un pedacito de tierra. Siempre dije que quería una hectárea de tierra donde poder trabajar. Se ordeñar, hice curso de agricultura, de hortaliza, por ejemplo, se colocar cercas, sembrara una mata de yuca, plátano arroz. Estoy muy contenta y feliz”, comenta ella.
Desde muy joven sintió los rigores de la violencia. Cuando apenas tenía 19 años, con dos hijos y un tercero en camino, su esposo fue asesinado por desconocidos. Para poder salvar su vida debió abandónalo todo y durante años fue víctima de desplazamiento forzado.
“Fue una época muy dura, más como yo quedé. No podía trabajar porque estaba en embarazado y mis niños aún estaban pequeños. Me toco irme a trabajar, dejarle mis hijos a mi mamá y trabajar duro, en fincas y casas de familias. Me gustaba trabajar en fincas porque me podía llevar a uno de mis hijitos, para que estuvieran conmigo. Al mayor le tocó trabajar desde los 9 años, como casero, dando comida a los animales, a las gallinas, a los cerdos, en el corral. Me ayudaba para sostener a sus hermanitos. Fue una vida que no se la deseo a nadie”, recuerda.
En esta nueva vida, que está por venir, doña Gleivis no sólo piensa en ella y en su familia. También tiene presente a tantas personas de la región, con las mismas dificultades que ella tuvo en el pasado y que necesitan de su solidaridad. Es por ello que sin dudarlo, asegura “en mi tierra voy a sembrar alimento, eso es lo que yo pienso, porque así como cuando yo quede sola y aguantemos hambre, hay muchos niños con hambre, porque sus papas no tienen el medio de como comprar los productos, que están muy caros. Mi proyecto es sembrar, sembrar y producir alimento. es muy duro cuando a uno no le alcanza el dinero para que sus hijos coman bien, que si hay el desayuno no hay el almuerzo y si hay el almuerzo no hay la cena. Ayudar a los demás también es mi meta y propósito”.
Doña Nelys Rosa Montalvo Cogollo será otras de las habitantes de Costa Azul. Ella llegará con su compañero y sus hijos para echar raíces y permanecer definitivamente en su nueva parcela. “Para mi significa todo, mi futuro, mi vejez. Voy a hacer lo que más me gusta y lo que más sé hacer: sembrar la tierra, tener plátano, yame, yuca, hortalizas. Esta tierra no es para venderla, es para mi vejez, para que mis hijos aprendan a querer y sembrar a la madre tierra”, dice emocionada.
Doña Nelys Rosa sufrió el desplazamiento forzado, una época que cuenta “fue muy duro. Nací en el campo, me crie en el campo, yo no soy de la ciudad. A uno lo miran feo por ser un campesino, hasta por el caminado. Sufrí mucho y me la luché para sacar adelante a mis hijos. En ese tiempo quedé yo sólo porque mi compañero murió”.
La finca Costa Azul es uno de 29 predios, adquiridos en todo el territorio nacional, con una extensión total de 3.532 hectáreas, y que serán entregados a 6.195 familias, entre campesinos, indígenas y firmantes de paz.