Construir un árbol genealógico no es tarea fácil, requiere de tiempo, paciencia y mucho ingenio a la hora de buscar familiares en el pasado. De eso puede dar Fe el bumangués Mario Ordoñez Mutis, quien ha dedicado los últimos 14 años de su vida a investigar sobre sus ancestros.
“Yo comencé de cero, comencé a hacerlo sobre papel. Comenzaba a buscar los registros bautismales y a construir el árbol de genealogía, interesado en conocer quién era la familia, porque mi papá, mi mamá y los abuelos, nunca nos dijeron quiénes eran los primos, quiénes eran los bisabuelos, los tatarabuelos. No teníamos ni idea de nada, vivíamos aislados de ese tipo de comunicaciones entre la familia”, explicó Ordoñez Mutis.
El punto de partida para este inquieto administrador de empresas fueron tres de sus apellidos: Ordóñez, Mutis y McCormick. Por los lados de los Ordóñez, por ejemplo, llegó a hasta Manuel Ordóñez Valdez y Rodríguez de Solís, nacido en España, en diciembre de 1.689, y llegado a la población santandereana de Girón, donde inició a conformar su familia. Un trabajo que lo llevó hasta Egipto, donde vivió el Faraón Mutis, quizás su pariente más antiguo
“Para hacer genealogía se necesita el sentido común, saber cómo se hace. Con un registro de bautismo se comienza, pues allí dice el nombre de la persona, sus padres y sus abuelos paternos y maternos, con esa información se va construyendo, es como una pirámide. Hacer genealogía no es fácil, no es para todo el mundo”, indicó este bumangués.
Y en el caso de los Mutis, pudo establecer que es descendiente directo de Sabio Mutis, a través de su hermano Manuel, quien se asentó en Bucaramanga. Es, según Mario, uno de los apellidos más antiguo del mundo y sus orígenes se remonta al año 373 antes de Cristo.
“El árbol genealógico lo realice con las partidas de bautismo que hay en es las iglesias de Colombia y el resto del mundo. Si alguien me consulta y me dice que demuestre realmente que este era pariente con tal o cual persona, yo les saco en forma digital la partida de bautismo y se la muestro. Con esa documentación fue que yo construí el árbol de genealogía de 45.000 peritos”, dijo
Hoy Mario ve que estos años de trabajo no han sido en vano. Ya se han dado resultados que él valora, ya que han contribuido a unir la familia, pues “la familia se está encontrando unos con otros y las diferencias que hayan tenido en el pasado, por cualquier motivo o porque no se quisieran por no tienen el apellido de primera o de segunda persona o en cuarta o quinta generación. Han dejado esas asperezas y se han abrazado como familia, como una sola persona que somos todos”.
Además, ve que es una labor que también está beneficiando a la comunidad. Gracias a la experiencia adquirida y de andar como ratón de biblioteca, buscando antepasados, hoy está en capacidad de reconstruir registros bautismales deteriorados por el tiempo, como sucede con la Iglesia San Laureano, donde lo llaman para “que les traduzca los libros de certificados bautismales, porque las personas que realizaban estos documentos, las letras son difíciles de leer y además con el tiempo estas letras se han ido borrando. Tanto haber leído yo registros y de familiarizarme con la escritura, pues me llaman para que les ayude a identificar ese tipo de escritura”.
Un trabajo que, además, quedará plasmado en un libro de muy alta calidad, que ya edita Mario, “basado solo en registros bautismales, que es la única fuente de la verdad”.